La semana del Día del Libro he tenido la gran alegría de ver publicado el de mi buen amigo Eugenio Salomón. Él había redactado el prólogo de mi libro sobre los torneos de Gijón. En justa correspondencia entre amigos yo accedí a escribir el de su biografía.
PRÓLOGO
Decía la escritora Agatha Christie, que recordar es una de las compensaciones placenteras de la edad. Yo comparto con ella esta idea, pero si además los recuerdos se plasman por escrito con amenidad y sencillez, como en este libro, entonces se produce la cuadratura del círculo. Ante nosotros tenemos un texto que nos transmite la experiencia de un hombre que ha transitado en un largo periplo vital. Desde su infancia en España antes y durante la Guerra Civil; pasando por su juventud en el exilio de la Cuba pre-Castro; hasta llegar a Estados Unidos. Allí formó una familia, desarrolló su profesión y se sumergió en el American way of life.
Los lectores percibirán que mi querido amigo Eugenio (Eugene) Salomón, al escribir estas memorias con la inestimable colaboración de Javier Cordero, ha vuelto a revivir intensamente cada una de las secuencias que se narran en los capítulos de esta obra. Yo también me he dado cuenta de ello porque, cuando escribía mi libro sobre los Torneos Internacionales de Ajedrez de Gijón, me dijo que recordar es volver a vivir una segunda vida. Su valentía al convertirse en escritor nos enseña que, la oportunidad de poner negro sobre blanco lo que la memoria atesora, no se debe desperdiciar en modo alguno. Las palabras transmiten sus pensamientos con tal veracidad, que te sientes llevado de la mano. El lector se sumergirá con facilidad en los acontecimientos descritos. Sabrá los orígenes de su familia, las experiencias infantiles en Gijón y la especial relación con su padre. Conocerá sus inicios como ajedrecista de competición y la Epifanía que supuso tratar personalmente al campeón del mundo Alejandro Alekhine y asimilar sus enseñanzas. Por supuesto, también comprenderá el valor y la capacidad del protagonista para superar momentos difíciles, como las consecuencias para su familia de la Guerra Civil Española o de la Revolución Castrista.
En la narración de todo lo anterior hay un aspecto que el lector captará al instante. Me refiero al brillo que emana de una pasión que impregna todo el texto. El juego de reyes que ha acompañado al protagonista durante más de setenta años, el ajedrez. Porque debo decir que este es sobre todo un libro de ajedrez. Hay pocos casos de memorias de ajedrecistas españoles, estas que nos ocupan son un gran aporte. No dudo, ni por un momento, que las páginas que siguen serán un acicate para otros autores. Un espejo donde se podrán mirar aquellos que continúen la tarea de rellenar las lagunas de la literatura de ajedrez en español.
Un libro, en suma, con el que he disfrutado mucho. Con el que se ha reafirmado mi convicción de que los acontecimientos vitales de un ser humano siempre son merecedores de hilar una historia interesante, para ser leída con avidez. Debo dar las gracias a los coautores por hacernos llegar, a través de este magnífico trabajo, todo lo que es Eugenio Salomón Rugarcía. Los que le conocen lo saben. Esta es la historia de un hombre sabio, bueno y honrado. Un maestro del ajedrez que por las metamorfosis que la vida provoca, por voluntad propia y para nuestro deleite, se ha convertido en libro.
Luis Méndez Castedo
(Escritor e historiador de ajedrez)
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