Mi querido amigo Eugenio (Eugene) Salomón Rugarcía nunca deja de sorprenderme gratamente con sus iniciativas y sus actividades en el ámbito de su pasión, el ajedrez. Ahora nos ha alegrado con la publicación, en The Chess Journalist (revista de la asociación de periodistas de ajedrez americanos), de un extenso artículo sobre sus experiencias vitales con Alekhine y sobre el ajedrez después de los sesenta y cinco años. Eugenio, desde la atalaya de sus 93 años, es generoso con los lectores, mostrando sus opiniones sobre el juego, reflexionando sobre lo que de interesante le ha enseñado su discurrir por los senderos de Caissa y mostrándonos claros ejemplos de sus partidas más interesantes jugadas después de dejar la actividad profesional. Esta generosidad de la que hablo se extiende, por supuesto, a sus familiares y amigos. Como en el caso del ajedrecista e historiador Pablo Morán Santamaría, amigo íntimo y de infancia de E. Salomón con el que compartió muchas cosas. En este caso, después de leer la última página del texto, vemos que Eugenio le dedica su trabajo a Morán con gran cariño y que la generosidad se ha transmutado en algo quizás más sublime, la lealtad.
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