Ayer
falleció a los noventa años de edad Miguel Blanco Fernández. Retirado de la
competición desde hace unos años, era representante de una generación de
ajedrecistas que tuvieron su época de gloria en los años sesenta y setenta del
siglo pasado.
Forma parte de la historia del
ajedrez asturiano y especialmente de la del ajedrez en la Cuenca del Nalón.
Miguel nació y se crió en este valle y se formó como jugador en los círculos
ajedrecísticos locales de Blimea y El Entrego. En esta última localidad
coincidió con Máximo López, a cuya peña perteneció como jugador.
Conocí a Miguel jugando en el equipo
de El Entrego –en los años noventa– y enseguida hicimos amistad. No solo por el
ajedrez, del que era un gran aficionado, sino porque era un hombre educado y
amigable. A pesar de no tener estudios superiores poseía una gran cultura, era
un gran lector y daba gusto hablar de cualquier tema con él. Desde entonces
compartimos muchas competiciones.
Como jugador tenía un estilo
posicional limpio, y mantuvo un excelente nivel hasta avanzada edad. Aunque no
obtuvo triunfos resonantes, trató de tu a tu a los mejores de su época en la
categoría preferente. Miguel fue un asiduo participante en los torneos
asturianos y un gran ejemplo para todos nosotros. Su afán fue disfrutar cada
partida de ajedrez sin importarle mucho el ranking. Le recuerdo disputando cada
partida con intensidad y no apurándose nunca de tiempo.
Quiero dejar aquí este testimonio
como homenaje a su figura siguiendo el ejemplo de su familia. Han colocado
encima de su ataúd el Rey de las piezas blancas, que le rinde homenaje y le
acompaña en sus últimas horas con nosotros. Descansa en paz, Miguel.
En primer plano Miguel (izda.) jugando una partida en el acto de conmemoración del 20.º aniversario del Club Oviedo 93.
Miguel Blanco Fernández (1641) – Alfonso
Del Valle Rosas (1817)
IX Open Stmo.
Cristo de Candás, 31 de agosto de 2009.
Apertura Larsen (A01)
A sus 75 años, Miguel jugaba así de bien.